Como toda técnica, no está exenta de riegos, pero aún así,
la carboxiterapia es una de las más seguras, así que podéis estar tranquil@s.
El objetivo final de la gente que se somete al tratamiento de
la carboxiterapia es tener mayor calidad de vida. Pero hay que tener en cuanta que si tenemos ciertos problemas no podremos optar a este tratamiento. Y en definitiva son estos:
- Insuficiencia hepática, respiratoria, renal o cardíaca
- Diabetes
- Cáncer
- Trastornos de circulación
- Epilepsia
- Problemas cardíacos
- Asma
- Infecciones
- Embarazadas
- Resfriados, fiebre
Descartando esto, no tendríamos que tener ningún problema.
El dióxido de carbono (CO2) es un gas no embólico, por lo tanto no es tóxico, aunque sea en dosis altas. Y tiene mínimos riesgos y efectos secundarios.
Algunos pacientes presentan una sensación de hormigueo o de frío, cosa totalmente normal. Otros, en cambio, pueden sentir algo de pesadez o malestar en la zona, pero serán molestias que durarán menos de 15 minutos.
Y en raras ocasiones se pueden presentar pequeños hematomas e infecciones en caso de que se rompa alguna barrera de la piel.
Pese a cualquiera de estos pequeños problemas, en ningún caso deberemos guardar reposo en el hospital, y podremos estar activos justo después de la sesión de carboxiterapia.
